Nube se constituyó como un espacio de encuentro de los cuerpos afectados por dos años de pandemia, separación, miedo y desconexión.
A lo largo de la trayectoria de la compañía, hemos tomado como herramienta fundamental la capacidad para oír y recoger la voz colectiva. En esta ocasión, sumamos a esas voces, las dimensiones biológicas, mentales y emocionales de cada persona.
Nuestros cuerpos nos enseñan que somos absolutamente interdependientes: Los ecosistemas que habitamos se afectan por nosotros y nosotros nos afectamos por ellos.
Desde esta experiencia comenzamos a investigar el movimiento, buscando una toma de conciencia y atención activa hacia nuestros órganos y sus respectivas repercusiones. Fue así que surgieron modos y maneras de relacionarnos con los elementos de la naturaleza, el tiempo, el espacio y la energía.
La obra constituye un sistema orgánico donde cada performer es como un cristal de agua, un componente único que se vincula estrechamente con los otros y donde lo difuso se vuelve claro. Así nace la Nube; esencia a través del movimiento.
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